sábado, 26 de marzo de 2016

Mi Diagnósico

Mi historia la remonto dos años y medio atrás, un chico de 22 años, próximo a cumplir los 23, con cuadros depresivos bastante marcados, en un momento de la vida bastante complejo, donde no estaba bien ni económica ni emocionalmente, y los problemas en en núcleo familiar eran pan de cada día, decidí alejarme del mundo, apagué mi móvil, y me dirigí a un sauna gay, no conocía ese tipo de sitios, y nunca he tenido muchos amigos en la ciudad, así que decidí ir solo, no en plan de buscar un encuentro sexual sino de alejarme del mundo exterior y poderme tranquilizar. Mi orientación sexual como homosexual siempre ha sido muy abierta y algo polémica por la manera tan pública que la he manejado pero también por lo tranquilo que he sido, queriendo cambiar la percepción del homosexual promiscuo que muchos ven diariamente. Al llegar al sauna, como no conocía el lugar, quise explorarlo, y estuve en el turco, donde empezaron otros hombres a querer estar conmigo sexualmente, pero yo los rechacé y empecé a sentirme incómodo porque no llegué al sitio con ese fin, luego quise seguir explorando el sitio y llegue a un espacio oscuro y empezó el momento que cambió mi vida para siempre. 

Un hombre que estaba en la oscuridad me propuso igualmente tener relaciones sexuales a lo cual no acudí y como no encontré un sitio donde poder estar tranquilamente quise dirigirme a cambiar e irme, pero al salir de aquel espacio lleno de oscuridad, me abordó otro hombre el cual no identifiqué por la oscuridad del lugar, y al negarme nuevamente me cogió fuertemente y me entró al lugar, seguido me tapó la boca para que no gritara y al entrar él, entraron más personas, las cuales quisieron estar conmigo a la fuerza, y lo lograron, por mas que gritaba no conseguí salvarme de aquella fatal y terrorífica experiencia.

Al salir de aquel sitio, quise atentar contra mi vida e irme de este mundo, pero siempre he sido muy creyente y estoy seguro que Dios puso en mi camino ese día a mi padre, quien estaba cerca y no permitió que ello ocurriera, pero no quise decirle lo ocurrido y viví atormentado por mucho tiempo, mi mejor amigo era el único que sabía lo que había sucedido. Al mes de aquel suceso, quise ir al médico y practicarme las pruebas pertinentes para confirmar si me había infectado con el virus del VIH, pero los exámenes salieron negativos y el médico me dijo que debía realizarme nuevamente otro examen a los 3 o 6 meses. Al tiempo visité el médico nuevamente pero no quiso enviarme los exámenes con la excusa que me veía muy bien y no veía la necesidad.

En enero del año inmediatamente anterior, me realicé nuevamente los exámenes, porque no podía tener sosiego conmigo mismo y necesitaba estar tranquilo, algo me decía que debía hacerme los exámenes nuevamente. Sin embargo, el miedo me rondaba y pospuse varios días los exámenes de chequeo, pero un día, luego de estar en capacitaciones para un trabajo, renuncié a él para hacerme los exámenes y poder estar en paz. Al día siguiente, la enfermera llamó a mi casa, diciéndome que la sangre había coagulado y que debía practicarme nuevamente el examen, mi madre me dijo que me tranquilizara que eso pasaba muy a menudo, pero mi fobia a las agujas y al resultado eran bastante grandes. Sin embargo, al lunes volví y me realicé nuevamente los exámenes de sangre, a lo cual una enfermera me dijo que a los 8 días podía reclamar los resultados con el médico que me atendió.

Para mi sorpresa, al día siguiente, volvieron a llamar que tenía cita con el especialista al miércoles de esa semana para revisar los resultados, a lo que mi familia se asustó y tuve que contarles toda la historia, ellos (mis padres) desconsolados y tristes porque nunca les conté, no quise hacer escándalo y quise cerrar  ese capítulo de mi vida, pensando que solo sería una pesadilla y nada más. Mi padre estaba recién operado del corazón y muy delicado, mi madre hacía un año había terminado sus quimioterapias por un cáncer de ovario, y vivíamos una crisis de salud muy pesada en casa, por lo que el miedo por los resultados acrecentaban pero ya me estaba resignando a cuales iban a ser.

La inesperada cita llegó, mi padre me acompañó, llegué al corredor de la clínica, nunca me ha gustado el ambiente que se vive en las clínicas y hospitales tan sombrío, no sabía que hacer, respiraba profundo, solo le hablaba de muchos temas a mi papá para distraerme a mi y distraerlo a él, sin embargo la ansiedad acrecentaba y nos mirábamos con miedo y temor. Llegó la hora de pasar, pero la doctora ala salir le dijo a mi padre que debía esperar y primero debía pasar yo, y al pasar ella me preguntaba a que me dedicaba, y cada vez con más rodeo y yo con más ansiedad, y las manos temblorosas, cuando sacó los resultados, por encima del papel alcanzaba a ver la palabra detectable, a lo que mi corazón se puso a mil, ella, la doctora, para calmarme, me hablaba con sus términos técnicos que mi cuerpo tenía el virus del VIH, tres letras aterradoras que pensé que nunca iba a tener que ver con ellas, el VIH, al igual que el cáncer, es una condición que nadie espera tener en su vida, y muchas veces uno vive la vida tan apresuradamente que no se da cuenta de lo que puede suceder. Al decirme esto, seguido que debía iniciar una serie de exámenes para analizar si necesitaba tratamiento Antiretroviral, que no es más que los medicamentos para impedir que el virus se siga expandiendo.

Luego de darme el diagnóstico, llamó a mi padre, y el al ver mi cara ya sabía lo que pasaba, al darle ella la noticia a mi padre, él rompió en llanto, se ahogaba y yo asustado le dije a la enfermera que llegó al instante, que llevara un vaso con agua y que él estaba recién operado, fue muy difícil tranquilizarlo, pero la doctora, con su carisma lo logró, en ese instante yo sentía que mi vida se esfumaba, que se iba poco a poco y se apagaba, a lo que la enfermera jefe y la doctora me decían que yo no soy VIH positivo, que soy Andrés Salazar el diseñador de modas, y que mi vida seguiría normalmente, lo único que cambiaba eran mis hábitos de vida: no tomar licor, una vida medicada si el virus lo requiere y con hábitos de vida más saludables.

De inmediato, me inscribieron en el programa para pacientes con VIH y me enviaron más exámenes para saber en qué estado se encontraba el virus, pero al salir, yo me sentía con un letrero en mi frente que decía "Tengo VIH" y el resto de personas mirándome con lástima y con ojos de señalamiento.Mi papá no sabía cómo protegerme, a lo que me dijo que si me acompañaba a la casa y pedía permiso de su trabajo, y le contesté que no era necesario, pero por dentro quería correr y gritar y llorar, y pegarle a alguien hasta que me abrazara con mucha fuerza.

Mi familia se enteró, mi mejor amigo también, ese que es como mi hermano y por el cual doy mi vida porque nunca me ha desamparado en ningún instante de mi vida, él me daba fuerzas, y me decía que siempre va a estar ahí, y desde ese instante jamás me ha desamparado. Pero también encontré el señalamiento por líderes de la congregación de jóvenes católicos a la cual pertenecía, en el instante en que su líder me juzgaba por la vida que llevaba como homosexual, que era por esa orientación sexual que me había infectado de VIH y que por lo tanto los demás miembros no podían enterarse al yo no ser ejemplo para ellos y al ser muchos de ellos adolescentes. Fue algo aterrador porque la iglesia fue algo por lo que di y entregué mi vida y esperaba apoyo, pero encontré todo lo contrario.

Sin embargo, agradecí a Dios por el apoyo de mi familia, porque ellos no me abandonaron como muchos otros si me dieron la espalda. Siempre pensé que en una situación de esa índole me echarían de casa, quedando a la caridad de las personas y de un gobierno inútil e incompetente de este país, pero por fortuna no fue así. Lo que si aprendí de inmediato fue a que mi vida debía ser más pausada, sin afán, porque siempre quise tenerlo todo ya y hasta ese día entendía que todo requiere de un proceso y le agradecí a Dios por un renacer en mi vida. Hoy, solo quiero ser ejemplo de superación para millones de personas que viven en la promiscuidad, o que quieren experimentar experiencias nuevas en el ámbito sexual, que tomen mi vida como espejo, en el que se pueden ver reflejados muchos; que el alcohol, el sexo desenfrenado, el hedonismo, la lujuria y el placer que esta sociedad nos quiere vender y hacer ver como bueno, son solo espejismos en los que si caemos, las consecuencias pueden ser fatales para nuestras vidas.


1 comentario:

  1. Primero andres quisiera decirte que uno no vive con el VIH sino que convive con el, se que parece un poco superficial esta diferencia pero la manera en que enunciamos los hechos constituyen la realidad y tu eres mas que un virus, en segundo lugar quisiera decirte que aunque el diagnostico VIH + es visto por esta sociedad como algo fatal, en verdad no lo es, lo fatal es la forma en que las demas personas siguen discriminando a las personas que conviven con este virus, por eso me parece importante la manera en que te visibilizas para derribar los estigmas que pesan sobre los demas, no se trata de se;alar estilos de vida como equivocados o perjudiciales sino de ser mas responsables con nosotros mismos y los demas

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